miércoles, 4 de febrero de 2009
Un horror tropical
Dicen que soy cruel y muchas mañanas me despierto con la culpabilidad de un asesino. La gente ya no me asusta, como antes, al contrario, siento deseos de quitarlos de en medio. A veces, la mayoría de las veces, arruinan una percepción, una sensación; supongo que será una especie de metafísica estética de los instintos de muerte. No lo sé. Me da igual. Ahora no me interesa. Ahora me interesa hablar de mi ventana que da una escarpada montaña en cuya cumbre se halla la prisión provincial.
Robas una pizza y te envían a prisión. Robas la vida de miles de personas y El Estado viene a rescatarte. Un calor sofocante, un horror tropical.Parece que mientras más cara le echas a la puta vida y luchas por tus sueños, la realidad se encarga de que bajes de nivel, a empujones, como un segurata pasado de coca.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
yo sé de uno que por una botella de ron a la próxima sería tu vecino
Cada día nos levantamos de una manera: es cierto.
Todo el mundo «merece» vivir y no podemos ir quitando vidas de en medio, pero a mí también me chocan ciertas injusticias como la que Vd. menciona.
Un saludo.
Publicar un comentario